septiembre 25, 2006

Qué llevar al Borges...

Seleccionar las obras para una feria de arte tiene mucho que ver con ese boomerang que acontece con el público. Naturalmente mi primera pregunta es ¿qué? (¿Realismo, desnudos, hiperrealismo, bodegones? ¿Surrealismo, paisajes, retrato? ¿Los trabajos de mi nueva tendencia?)

Una feria es la congruencia de mostrar lo reciente y sumar gente de ese público en tránsito y renovado; extender el índice telefónico; inflamar la agenda.
Las personas que visitan una feria están preparadas e interesadas en ver variedad temática, pluralidad dentro del conjunto. Insisto, dentro del conjunto: hay muchos artitas, por lo tanto hay variedad. Sin embargo recorriendo el espacio de un solo artista dentro de esa gran fiesta de creadores resulta difícil la lectura ante la diversidad de obra de ese solo autor; es poco digerible que el artista aislado produzca multiplicidad como para poder identificarlo y tener sapiencia conexa a su talento.
Digamos que, por lógica, cada expositor está capacitado para tener muchas formas de expresión manteniendo su cualidad; cualquier persona con el ojo ligeramente adiestrado reconoce un Botero de un Botticelli… ¿Cómo sería focalizar entonces un Ernst, que a modo de ejemplo es (fue) un autor prolífico y tan variado que su obra pareciera haber sido concretada por varios autores?

Me desligo de tal laberinto de cuestionamientos.

He elegido unas pinturas que están bien compuestas y sus temperaturas cromáticas acomodadas con buen criterio. Son las que irán a la muestra en el Centro Cultural Borges y que se adaptan a este estado de duda que me acomete antes de un evento de estas características…

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