
Según las trazas el personaje central (y único) está asentado sobre el punto medio con leve inclinación para que no escape del rectángulo áureo, núcleo de las dispersiones vectoriales que en este caso quedan recluidas por los vaivenes de la filigrana monocromática.
Quien sabe si vale la pena tanto diseño para una sola figura (y tan pequeña); y quien sabe si el ojo casual de los que lo vean, captará estas idas y venidas de carbonilla sobre la tela, antes de la pintura. Si bien el pensamiento no le quita espontaneidad a las pinceladas, a veces pienso que elaboro demasiado a la antigua para una época que sufre de ansias, más que de cautela y observación...
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